La educación de la mujer
La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer que data de 1979 compromete a los Estados partes en su artículo 10, a adoptar las medidas necesarias para evitar la discriminación de la mujer en materia educativa, en cuanto a acceso a los estudios, elección de carrera, capacitación profesional, la misma oportunidad para obtener becas, acceder a la educación permanente, en la participación deportiva, etcétera.
Este logro es un avance significativo si se tiene en cuenta que la mujer sufrió una gran discriminación en este sentido, al haber estado confinada históricamente a la esfera del hogar. En la Edad Antigua, salvo algunos estados, como el espartano, la mujer no era incluida en la educación, salvo para aprender tareas del hogar. En Esparta, la educación pública también incluía a las mujeres, pero si bien en los hombres su finalidad era servir al Estado en su defensa y expansión, formando guerreros; en las mujeres tenía como objetivo la formación de madres, que pudieran dar al Estado, hombres fuertes para el ejército. La educación de las niñas, intelectual y física, concluía con su casamiento, a los 18 años.
En la Edad Media solo los clérigos tenían acceso a la cultura. Las monjas eran instruidas en latín y griego. Las escuelas recibían también a mujeres, pero su instrucción terminaba con los estudios primarios. En España la educación de la mujer puede ser considerada ejemplar para la época, como el caso de Beatriz Galindo (1465-1534) que fue preceptora de la reina Isabel de Castilla y sus hijos, quien realizó estudios para ser monja, instruyéndose fundamentalmente en latín, retórica y gramática.
Sin embargo el acceso de las mujeres a la universidad ocurrió en el año 1841 cuando vestida de hombre, Concepción Arenal ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. La enseñanza superior se abrió para las mujeres españolas luego de la Revolución Gloriosa de 1868.
En Francia fue un hombre quien proclamó la igualdad educativa para hombres y mujeres. Fue el filósofo François Poulain de la Barre (1647 – 1723) quien escribió numerosos textos, a favor de destruir la discriminación existente.
La filósofa británica Mary Wollstonecraft (1759 – 1797) también se pronunció en igual sentido para lograr una educación igualitaria.