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Causas del fracaso escolar

Publicado por Hilda Fingermann

La realidad es alarmante en cuanto al índice de repitencia en los colegios, y en lo que respecta a deserción escolar, sin llegarse a cumplimentar los niveles de escolarización oficialmente obligatorios, pero esto no sucede por casualidad. Las causas son muy numerosas, dentro de las cuales la más angustiante es el trabajo infantil, que quita horas para destinarlas al estudio, o directamente impide la concurrencia a los establecimientos educativos, lo que determina un alto índice de ausentismo que luego se transforma en abandono de los estudios.

Para quienes concurren regularmente, podemos citar entre las principales causas, la pobreza y los problemas en el ámbito familiar o personales: un niño con sueño, con hambre, con frío, o agobiado por responsabilidades, agresiones que sufre él mismo o alguien de su entorno, o preocupado por alguna enfermedad propia o de sus allegados, no podrá concentrarse en la tarea de aprender. En estos casos cabe la intervención del gabinete psicopedagógico escolar.

Otros factores son: la falta de acompañamiento familiar (se necesita que la familia se involucre en la actividad escolar, ayudándolo con la tarea, que no significa que se la hagan, sino simplemente que lo ayuden si es posible, o simplemente que muestren interés en lo que el niño hace) y sobre todo la puesta de límites. Los padres no pueden ser ajenos a las citaciones que les efectúan los docentes para hablarles sobre el comportamiento o rendimiento de sus hijos; y en sus hogares, deben establecer horarios (para recreación y para las tareas escolares, creando así en el niño la conciencia de la responsabilidad).

La motivación también es fundamental, y evitar por parte del profesor que ocurra el efecto Pigmalión, o sea, rotular a los alumnos en buenos y malos.

Puede suceder también que el niño presente algunos inconvenientes que el maestro y los padres deben tratar de detectar desde edades tempranas. Muchas veces el niño puede no aprender por padecer algún trastorno orgánico, como hipoacusia, miopía, déficit de atención e hiperactividad, trastorno en el habla, etcétera, que requerirán la intervención de un profesional especializado.

Por último recordemos que para Bernstein es fundamental en el fracaso escolar, el nivel socioeconómico familiar, que predetermina el desarrollo lingüístico de los niños.