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Alumnos repetidores

Publicado por Hilda Fingermann

Repetir el curso significa transitar de nuevo un ciclo escolar que no resultó fructífero con el fin de que el alumno tenga la oportunidad de apropiarse de los contenidos esta vez de una manera eficiente. Se argumenta que de lo contrario le faltarían esos conocimientos previos para acceder a los del año siguiente.

Esa es la razón que motiva la repitencia, que suele ser efectiva en algunos alumnos y en otros no, ya que la educación si bien es un fenómeno social, ocurre y se vive de manera individual.

Cuando un alumno repite indefectiblemente es una situación que se experimenta a nivel personal y familiar con angustia. Se trata de una frustración, que si fue por falta de responsabilidad y se medita sobre ello, puede servir de aprendizaje, pero si fueron otras las razones que motivaron el hecho (cuestiones de salud, falta de herramientas, problemas familiares, etcétera) será añadir un nuevo problema a los existentes y tal vez pueda terminar en deserción escolar o en indefensión aprendida (“no sirvo para estudiar”).

Muchos establecimientos educativos le niegan un lugar a los alumnos repetidores, y en otros, no se les permite escoger el turno, por lo cual, además de estar desfasados en edad con respecto a sus compañeros, deberán ir a otro colegio a un turno diferente, lo que supone un castigo.

Los índices de repitencia son alarmantes. En Argentina el mayor índice de repitencia se sitúa en la Escuela Secundaria Básica (1º, 2º y 3º años del nivel secundario) siendo los alumnos pertenecientes a sectores socioeconómicos más bajos los que registran el mayor número. Sin embargo, los índice de repitencia poco aportan a si los alumnos aprenden o no, ya que muchas veces, para que las estadísticas no muestren la realidad de un sistema educativo deplorable, se hace pasar de año a alumnos que no acreditan los contenidos mínimos suficientes.

La inversión improductiva no solo la hace el alumno repitente y su familia, sino el propio Estado, quien debiera preocuparse por invertir en docentes tutores que brinden un acompañamiento personalizado a aquellos alumnos que lo necesiten durante el año.

Tampoco se trata de que pasen al año siguiente sin haber aprendido, ya que no sería más que arrastrar el problema a años posteriores, y así nos encontramos en los últimos años de la secundaria con alumnos que no saben leer y escribir correctamente. Pero también sabemos que hacer repetir a un alumno tampoco garantiza que aprenda en ese año lo que no aprendió en el anterior.

Eliminar en este momento la repitencia al menos en Argentina no sería aconsejable, pero sí pensar estrategias que permitieran hacerlo en un futuro. Al menos, crear conciencia en el alumnado y en la sociedad en su conjunto, de la importancia de educarse, de asistir a la escuela para aprender y no para aprobar (sabemos que tristemente muchos alumnos aprueban exámenes copiándose de sus compañeros o de sus propios apuntes o “machetes”). En los países donde los alumnos no repiten como Finlandia o Noruega, la educación es vista como una necesidad primordial y el educando está altamente motivado, trabajándose en conjunto familia y escuela, dupla que resulta insustituible y hay que tratar de fomentar.