Aprendizaje por observación
Aprendizaje por la observación o modelado llamó el psicólogo canadiense Albert Bandura, nacido en 1925, a un tipo de aprendizaje que él logró establecer que se producía, mediante “el experimento del muñeco bobo”. Para ello proyectó una película, a niños de guardería, donde una estudiante golpeaba un muñeco inflable, gritándole estúpido, mientras el muñeco se inclinaba hacia delante y atrás, al tener una base pesada.
Luego los niños, en su salón de juegos, donde se había colocado un muñeco similar, imitaron la conducta de la niña que protagonizaba la película. Para rechazar las críticas de que el fin del “muñeco bobo” era ser objeto de agresión, realizó otra experiencia donde se mostraba que se castigaba a un payaso real, no destinado por lo tanto a ser azotado, y los niños igual imitaron esa agresiva conducta.
Según Bandura para que se copien o imiten conductas es necesario que exista la observación atenta, que depende en parte del propio observador, que no esté distraído, ni enfermo, ni drogado, ni nervioso; y en parte del modelo a imitar que debe ser atractivo en sus formas y colores. Una vez que se ha logrado la atención, el modelo será registrado en la mente, en forma de imágenes y palabras, para luego tener la capacidad de reproducir el comportamiento observado, que dependerá de la habilidad del observador, ya que ciertas conductas requieren aptitudes muy particulares, por ejemplo si observo a un piloto de aviación hacer sus pruebas, se requerirá aprender a pilotear un avión para poder imitarlo.
Además se necesitan las motivaciones que pueden ser positivas que estimulan la imitación; o negativas, que nos impulsan a no imitar, por recuerdos o amenazas de castigos.
Estas apreciaciones permiten reconocer el papel que cumple la televisión o los video juegos en la imitación de conductas, muchas veces violentas, que muestran a los niños y jóvenes como modelos de imitación.