Mediación del aprendizaje
Entre el contenido a aprender (conceptual, procedimental o actitudinal) y quien debe interiorizarlo (el educando), existen distintos medios que tienden a facilitar ese traspaso. Las nuevas tecnologías tienden a ayudar. Por ejemplo, alguien puede aprender viendo televisión, un video, leyendo un libro, o recibiendo alguna explicación on line. Sin embargo en la mayoría de los casos, estos mediadores no permiten la retroalimentación, la personalización de los contenidos, la evacuación de dudas, pues se dirigen a un público en general.
Es por ello que cuando un padre, un amigo o un maestro enseña, lo hace para personas concretas, teniendo en cuenta sus características particulares: edad, sexo, intereses, conocimientos previos, por lo cual elegirá y adaptará a ellos el contenido, los motivará, los guiará para descubrir mayor información, corregirá sus errores, mostrará nuevos caminos, etcétera. Quien cumple esa función como tarea exclusiva es sin dudas el maestro.
Se debe tener en cuenta que el mediador actúa solo como una ayuda, en las nuevas concepciones pedagógicas, sin quitar al educando su protagonismo; es un facilitador instruido, conocedor del contenido y de estrategias de enseñanza-aprendizaje, para guiar hacia el aprendizaje significativo. Esto no le quita valor a la función docente, sino por el contrario, es ahora alguien que despierta potencialidades, que ayuda a descubrir, a pensar, a argumentar, a formar valores; dejando de ser un mero transmisor de conocimientos para ser un formador de personas libres, solidarias y responsables. Es el que conoce lo que enseña, y también a los educandos, buscando para cada uno el modo más eficaz de aprender, de acuerdo a su tipo de inteligencia, para lograr realizar la transposición didáctica de manera eficaz.