Desfase educativo
Ante todo, empezaremos por decir que un desfase es un desajuste, una falta de concordancia entre dos elementos que deben relacionarse entre sí, y que, de no hacerlo, no cumplirán su función u objetivo.
En materia educativa los desfases son muchos: Un alumno puede tener un desfase en su edad con respecto a la de sus compañeros, por haber repetido más de una vez el curso, lo que supondrá que sus intereses muchas veces no coincidan con los del resto, y eso le acarreará problemas de adaptación al nuevo grupo, además de haber dejado a sus anteriores compañeros, que ahora lo aventajan, por lo que habrá trabajar mucho a nivel de su autoestima, para lograr una adaptación más o menos aceptable.
Otro desfase es en cuanto a los contenidos del currículo y lo que se necesita en el mundo real, para poder contar con las habilidades y contenidos suficientes que demanda la universidad o el mundo del trabajo. Son demasiados los educandos que terminan el secundario y se dan cuenta que no están preparados para lo que se les requiere.
También ocurre un desfase entre la tecnología que rodea la vida cotidiana, y la escuela, que se aferra a prácticas educativas de siglos atrás.
Un desfase frecuente que ocurre en la universidad es que los estudiantes siguen eligiendo carreras tradicionales, como medicina, abogacía o ciencias económicas, en un mundo donde se privilegia las carreras informáticas y tecnológicas. Esto ocurre posiblemente por la falta de información y la creencia de que lo conocido es más seguro. Como resultado, cada vez hay más egresados en esas carreras, y, por lo tanto, la competencia es mucha y las oportunidades laborales, pocas, con lo cual se genera otro desfase en el mercado laboral: la de oferta de trabajo en profesiones que no tienen demanda de empleo; y exceso de demanda en otras con muy poca oferta. De este modo, conseguido el título universitario con mucho esfuerzo, el desfase que se produce entre la expectativa y la realidad es tan grande que causa una terrible angustia.