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El vínculo educativo

Publicado por Hilda Fingermann

El vínculo educativoEntre alumno y docente debe necesariamente existir una relación, pero no siempre entre ellos se genera un vínculo positivo, palabra que se derivó del latín “vincire” en el sentido de atadura. O sea, que cuando hablamos de vínculo nos referimos a esa idea de unión, de estrecho entrelazamiento, que en el proceso educativo debe relacionar a quien tiene deseos de enseñar y a quien se siente motivado a aprender, para que ese lazo sea eficaz.

En ocasiones, el vínculo se genera y se muestra fuerte, pero en una relación de dominación y de restricción a la libertad que no permite crecer al educando. Lo ideal es que este vínculo sea de cooperación, de diálogo, de confianza, de respeto, para que resulte motivadora la aventura de descubrir los conocimientos.

Para generar este vínculo el maestro debe mostrarse receptivo, evitar los prejuicios, escuchar, poner límites, aconsejar sin imponer, sugerir, para lo cual debe haber adoptado la democracia como su estilo de vida y a la vocación docente como su inspiración, para cada día estudiar un poco más y estar atento a las necesidades del grupo específico de los alumnos a su cargo, ya que cada grupo es diferente, y dentro de él, cada alumno es un individuo con inquietudes y necesidades personales. El maestro tiene que saber lo que enseña y también poder transmitirlo con simpleza, paciencia, seriedad y con la mayor objetividad posible, para someterse luego a los interrogantes y críticas que el tema despierte.

Además, es importante que el docente se mantenga actualizado en cuanto a las nuevas metodologías y herramientas pedagógicas que surgen constantemente. La educación es un campo en constante evolución y los docentes deben estar preparados para adaptarse a los cambios y a las necesidades de los estudiantes. Esto implica también estar dispuesto a aprender de los alumnos, ya que ellos pueden aportar nuevas perspectivas y enriquecer el proceso educativo.

Tampoco el docente se debe quedar exclusivamente con los intereses del alumno, aunque estos sean importantes, sino generarles otros, imponerles desafíos e ir logrando que paulatinamente el alumno confíe en sus capacidades, teniendo en cuenta su nivel de maduración. Este proceso de desafío y confianza es esencial para fomentar la autonomía del estudiante y su capacidad para tomar decisiones informadas y responsables en su proceso de aprendizaje.

El vínculo estrecho y participativo no debe olvidar de involucrar a la familia, como agente socializador primario y vital en la vida del niño, que debe estar informada permanentemente del proceso educativo de su hijo y colaborar fuertemente en el mismo, alentándolo, guiándolo, conversando con él y sus docentes, sin invadir el espacio áulico.

Además, es fundamental que la escuela y la familia trabajen en conjunto para apoyar el desarrollo integral del estudiante. Esto implica compartir información relevante sobre el progreso del estudiante, sus fortalezas y áreas de mejora, y trabajar juntos para crear un ambiente de aprendizaje positivo y enriquecedor tanto en la escuela como en casa. Este enfoque colaborativo puede ayudar a fortalecer el vínculo educativo y a mejorar los resultados de aprendizaje del estudiante.