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Las reuniones de padres

Publicado por Hilda Fingermann

Cuando un niño aun no asiste a la escuela, toda su educación está en manos de sus padres y otros familiares directos. En el seno familiar el pequeño aprenderá valores que se constituirán en guía rectora de sus vidas. También adquirirá destrezas como hablar, caminar, socializar, recortar, y en algunos casos, dibujar, pintar y a escribir las primeras letras o palabras, dependiendo de la estimulación que cada casa pueda o quiera darle.

Pero cuando ya tiene edad para asistir a un establecimiento educativo, y desde el nivel inicial, habrá otras personas que compartan con los padres la misión de educarlos, de acuerdo a un programa formalmente diseñado. En las horas en que el niño está en el colegio, los padres no pueden involucrarse de modo directo, ya que están a cargo de sus maestros, pero esto no los excluye de acompañar el proceso, que será mucho más eficaz si existe la colaboración docentes-padres, siendo éstos integrantes fundamentales de la comunidad escolar.

Como los niños son muchos en cada aula, los docentes planifican a lo largo del año, reuniones con los padres, para contarles las características del grupo, sus fortalezas, sus debilidades, las expectativas en torno a sus logros, etcétera.

En general suelen hacerse al comienzo del año, para que el docente se presente y les cuente su modo de trabajar y las metas que pretende lograr; y luego, al finalizar cada trimestre, para conversar sobre las calificaciones y conducta del grupo. Duran alrededor de cuarenta minutos o una hora. pueden también incluir juegos y diálogos para fomentar la comunicación entre los padres.

Muchos padres, sumamente atareados, ven como una molestia asistir a las reuniones de padres, pues sostienen que se habla en general y no de su hijo en particular, y que siempre se repite más o menos lo mismo, por lo cual deciden no concurrir.

Esto, que parece no tener mucha importancia para ellos, y tal vez objetivamente no la tenga, es subjetivamente importante para los niños, que son muy observadores; y pueden sacar la conclusión de que, si sus padres no van, es porque no les interesan sus logros académicos. Si realmente, ni el padre ni la madre pueden hacerse presente, por ejemplo, porque no obtienen permiso en sus trabajos, están de viaje o enfermos, conviene recurrir a otros familiares que los representen, como abuelos o tíos. Si esto tampoco es procedente, hablarlo con el niño y explicarle la imposibilidad de ir, y manifestarle lo mucho que lo sienten y que luego se comunicarán con su maestro/a, para informarse. El alumno debe sentir que a sus padres les importa lo que ocurre mientras están en la escuela.

Si un niño tiene dificultades específicas en lo académico o problemas de relación con sus pares, seguramente el maestro citará a esos padres de modo especial, para tratar el tema de modo privado. Si esto no ocurre, a través del cuaderno de comunicaciones o presentándose en el establecimiento, se puede solicitar una reunión con el docente para aclarar o tratar de solucionar los temas que preocupan a ese niño o en relación a él.