Merton y la educación
El sociólogo Robert King Merton nació en Filadelfia, el 4 de julio de 1910 y recién recibió educación formal a partir de los 16 años para luego llegar a ser profesor de la Universidad de Columbia. Tuvo la enorme influencia de Talcott Parsons, inclinándose así por contribuir al desarrollo de la Teoría Estructural-Funcionalista. De este modo se concentra en estudiar las estructuras sociales, sus relaciones e interdependencias funcionales, y la influencia de ellas en la conducta de los seres sociales. Es por ello que la escuela como institución estructurada y subsistema dentro del gran sistema social, permanente y cambiante, no escapa a su análisis.
La estabilidad del conjunto del sistema social para esta teoría, depende del buen funcionamiento de cada una de sus partes. Se distancia de Parsons en que no concibe una gran teoría totalizadora de las problemáticas sociales, proponiendo teorías de alcance intermedio, más comprobables a través de la experiencia, lo que para él permitiría que progrese la teoría sociológica, ya que a partir de estas teorías intermedias se va llegando paulatinamente a un nivel de abstracción superior y progresivo.
Entre las funciones de cada estructura social, en el caso de nuestro análisis, la escuela, es que evita la anomia, formando seres útiles, que conocen las reglas socialmente impuestas, para que la sociedad funcione gracias al aporte de estos miembros educados en un sistema que los prepare para la sociedad industrial en la que viven. Existen funciones manifiestas, cuyos objetivos se presentan explícitos, como fines queridos, públicos, y por ende conocidos por todos, por ejemplo, formar a las futuras generaciones para ser miembros útiles, productivos, y atesorar los conocimientos que la cultura acumuló a lo largo de los años. Además de estos fines, se producen otros, también importantes, pero que se encuentran latentes, que se enseñan en lo cotidiano, casi sin proponérselo, como por ejemplo, sentarse correctamente, saber escuchar, responsabilizarse de sus tareas, etcétera. Estas consecuencias latentes son positivas para el sistema aunque no fueron buscadas. Sin embargo también pueden ocurrir consecuencias inesperadas que resulten disfuncionales, como por ejemplo, que los niños en la escuela encuentren frustraciones o discriminación.