Pensamiento constructivo
El pensamiento constructivo es aquel que nos permite transitar por la vida equivocándonos lo menos posible, pues sacamos sabiduría de nuestras experiencias, es el que nos permite ver las dificultades que presenta llegar a la meta propuesta y evaluar las mejores alternativas para lograrlo. Es un pensamiento flexible, experiencial, no sujeto a reglas lógicas sino más bien intuitivas.
Es un pensamiento positivo, que aspira a lograr los máximos resultados pero no con un optimismo ingenuo, sino reconociendo los límites de sus posibilidades, y sacando el mayor provecho de cuanto pueda lograrse.
Tiene gran paralelismo con la inteligencia emocional. Quienes dominan sus emociones, templan su carácter, escuchan a los demás, asumen sus fracasos y los capitalizan en aprendizaje, desechan el pensamiento mágico (“fue mala suerte”) y logran resignarse ante lo inevitable, podrán hacer sus vidas más felices.
Cabe plantearse qué queremos lograr los maestros en nuestros alumnos. Sugiero que el desarrollo del pensamiento racional es muy importante, pero lo es más aún el pensamiento constructivo que no debe ser opuesto al anterior sino que deben ser complementarios. Se trata de no generar frustración en el niño, tratar de que aprenda de sus errores, mostrarle que no es malo equivocarse sino que sirve para crecer intelectualmente y como persona. El propio maestro puede errar y eso no es malo, lo realmente malo es persistir en el error, sentirse omnipotente. Mostrar humildad, deseos de saber cada día un poco más, aprender de los otros y junto a ellos, resaltar la autoestima, no criticar al alumno sino alentarlo, será la manera de que logremos alumnos que sepan contenidos, pero además, puedan darse la oportunidad de ser mejores como seres humanos.