Fines de la educación especial
La educación especial es aquella que se destina a niños y adolescentes con necesidades particulares por no satisfacerlos la educación corriente, ya sea por tener un coeficiente intelectual más elevado, y aburrirse en las escuelas generales, o tener alguna discapacidad física, como sordera, hipoacusia, ceguera, disminución visual o déficit cognitivo, que requieran un plan especial que tienda a capacitarlos de manera particularizada, compensando esos excesos o carencias, educándolos en establecimientos especiales para que puedan integrarse en las escuelas comunes, o directamente en ellas, con algún apoyo tutorial.
Esto es una conquista reciente de la humanidad que hace a la dignidad de dichos niños y jóvenes, y a su derecho de integrarse útilmente a la sociedad en la que viven.
Históricamente segregados, su atención y educación comienza a ser una preocupación, especialmente a partir del siglo XVIII, siendo desarrollada en Europa la educación especial a partir del siglo XIX. Los trabajos de María Montessori (1870-1952) y Ovide Decroly (1871-1932) pueden mencionarse en este sentido.
La Declaración de Derechos de las Personas con Discapacidad formulada por la ONU en 1975, les asegura el goce de los derechos civiles y políticos, incluyendo educación y educación vocacional.
El informe Warnock publicado por la Secretaría de Educación del Reino Unido en el año 1978 incluye la integración del niño tomando en cuenta sus posibilidades más que sus deficiencias, partiendo de que todos pueden educarse, siendo la educación un derecho para todos.
La escuela especial debe ser flexible, adaptándose a cada caso particular, y brindar las prestaciones que no puede dar la escuela común, a la que no debe sustituir sino complementar, apoyando a las escuelas comunes en asesoramiento sobre la adaptación de estas personas, y sus particularidades en el proceso enseñanza-aprendizaje.