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Educación y progreso

Publicado por Hilda Fingermann

Es indiscutible que la educación es la llave del progreso tanto personal como social, por eso la inversión en educación siempre es eficiente tanto por parte de los padres con respecto a sus hijos, como de parte del Estado para con la educación pública. Sin embargo, así como comprar una ropa de marca y pagarla cara no asegura que estemos cómodos con ella, que nos satisfaga ni que dure más tiempo, también hay que evaluar a la hora de invertir en educación la calidad que brinda, pues no es solo cuestión de gastar dinero.

Muchos padres creen que les aseguran a sus hijos una educación de calidad pues la cuota del colegio es cara, y es probable que haya escuelas con cuotas muchos más bajas o escuelas públicas gratuitas con mayor compromiso educativo; o el Estado cree haber cumplido con su obligación de dar igualdad de oportunidades aumentando el presupuesto educativo o asignando becas a los alumnos desfavorecidos socialmente. Esto no es así. Para que la educación tenga calidad, pues solo de este modo se logrará el progreso, se requiere compromiso de todos. El Estado debe asignar recursos pero vigilar cómo se invierten. Actualmente por ejemplo, se han entregado netboocks a los estudiantes en Argentina que solo se usan por el momento para jugar, ya que no hay Internet en las aulas, y no todos los docentes tienen la capacitación adecuada para usarlas como estrategia de enseñanza.

La educación indudablemente traerá progreso cuando sea justamente eso: educación, como perfeccionamiento del ser humano hacia el despliegue de todas sus potencialidades y al ejercicio y hábito de la virtud, y eso exige el compromiso de todos: padres, docentes y funcionarios del Estado. La esuela debe formar ciudadanos libres, comprometidos, respetuosos de las normas, críticos, autónomos, curiosos, innovadores, reflexivos y solidarios. De ese modo, se logrará el progreso.