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Escuelas para niños problema

Publicado por Hilda Fingermann

En primer término, vamos a tratar de definir a quiénes se denomina niños problema. En general se consideran tales a aquellos que no obedecen las normas sociales: son agresivos; impulsivos; inquietos; molestan a docentes y compañeros; no hacen la tarea o la hacen de modo desprolijo y sin seguir las consignas; son desatentos, se enfadan con facilidad, etcétera; pudiendo reunirse en un mismo educando varias de estas características.

Es cierto que estos niños impiden dar una clase en armonía y cordialidad, debiendo hacerse pausas continuas debido a sus interrupciones, y esto merece que este alumno sea estudiado para ver las causas de su mal comportamiento, que pueden ser falta de límites o algún problema de su personalidad; para que el resto de los compañeros pueda gozar de su derecho a estudiar y aprender. Pero también debemos tener en cuenta que el niño, en general, no es así porque lo desea, y con esas actitudes está pidiendo ayuda, pues también sufre.

Además, es importante recordar que estos niños no son «problemas» en sí mismos, sino que están lidiando con problemas. Es crucial que los adultos en su vida, tanto padres como educadores, se acerquen a ellos con empatía y comprensión, buscando maneras de apoyarlos y ayudarlos a superar sus dificultades. Esto puede incluir terapia, apoyo académico adicional, o simplemente proporcionar un ambiente seguro y comprensivo en el que puedan aprender y crecer.

Otro caso muy diferente son aquellos niños que presentan problemas de aprendizaje, pero su conducta es buena. En este caso los únicos perjudicados son ellos mismos, y deben ser tratados con mucha paciencia y dedicación, para no resentir su autoestima, tratando de alentarlos en hallar la inteligencia, de las tantas que tenemos, que predomina en ellos. Puede ser que le cueste expresarse con palabras, pero puede tal vez hacerlo con un dibujo, por ejemplo, si le pedimos que explique un cuento y se resiste a hacerlo, o no lo hace adecuadamente podemos alentarlo a que lo ilustre, para que luego pueda verbalizarlo, y más tarde plasmarlo en palabras.

Además, es importante recordar que cada niño es único y tiene su propio ritmo de aprendizaje. Algunos niños pueden tener dificultades con ciertos aspectos del aprendizaje, pero pueden sobresalir en otros. Por ejemplo, un niño puede tener dificultades con la lectura, pero puede ser excepcionalmente bueno en matemáticas o ciencias. Los educadores deben ser conscientes de estas diferencias y adaptar su enseñanza para satisfacer las necesidades individuales de cada niño.

Ante estos problemas, los padres se plantean la necesidad de enviar a los niños a escuelas especiales, donde docentes capacitados en la problemática específica que afecta al niño está más preparado para resolverla. Sin embargo, debemos considerar que al estar juntos todos los alumnos con idéntica problemática se generarán comportamientos y prácticas comunes dando origen a una singular cultura de grupo. Ese individuo con problemas, si no aprende a convivir en un ambiente con diversidad social, de adulto tampoco podrá hacerlo, y es por ello, que debe atenderse el problema, desde las escuelas comunes, con apoyo pedagógico, familiar y psicológico, sin estigmatizarlo, salvo que sea imposible (lo que ocurre en casos extremos) incorporarlo de modo positivo al grupo.

Deben elegirse escuelas con reducido número de alumnos; tratar de que no haya más de un alumno con esas características de indisciplina en cada curso, para que no potencie su actitud, ponerle límites con sanciones pero sin gritos ni amenazas, tratar de estimular el diálogo, y conversar con él a solas, no cuestionarlo frente a toda la clase.

Para los que presentan problemas de aprendizaje es también positivo que los cursos tengan pocos alumnos (en realidad los cursos muy numerosos son problemáticos para todos los alumnos y para el docente) para que pueda el maestro prestarle especial atención y acompañamiento. Además, es importante que los padres y educadores trabajen juntos para desarrollar un plan de aprendizaje individualizado que se adapte a las necesidades del niño. Este plan puede incluir estrategias de aprendizaje específicas, apoyo adicional fuera del aula, y metas y objetivos claros para el progreso del niño.